PERSONAJES
 
FERNAN PEREZ DE BALBOA……………………………. Capitán Cristiano
CENTINELA……………………………………………………….. Cristiano
ABD AL-AZIZ……………………………………………………… Adalid Moro
HACEM……………………………………………………………….. Embajador Moro
CENTINELA………………………………………………………… Moro
 
 
ESTAFETA MORA
 
La acción transcurre en las horas de la mañana, ante el castillo almenado que guardan las huestes Cristianas, bajo el símbolo augusto de la Cruz.
 
Aparece ABD AL-AZIZ y se detiene, arrogante, ante el castillo, dirigiendo su mirada retadora a las barbacanas de la fortaleza, al son de la marcha para este acto, acompañado del abanderado.
 
Abd Al-Aziz.-     ¡Ah del Castillo!… ¡Ah del que atrevido,
resiste combatir la hueste mora.
DE tu castillo al pie, llega Abd Al-Aziz,
de Ben-Hulem Cherif, rama gloriosa.
El jefe de militares muslines,
que el rayo ardiente de la guerra forjan,
el que, con su férrea lanza y corvo alfanje,
eclipsó en cien combates vuestras glorias.
Yo soy el que, cumpliendo mandatos
del caudillo que manda nuestras tropas,
pido hablar al alcaide de ese fuerte,
que negáis a mi hueste vencedora.
Que salga pronto a mi voz; tiempo hay escaso.
Esto digo y termino mis palabras
deseando tener respuesta pronta.
Dile que es Abd al-Aziz quien lo espera;
pues, sabiendo quien soy, ya basta y sobra.
Fernan.-               Apareciendo en lo alto del castillo
                            ¡Soldados de la Fe!, Plaça Major…
Qué pretende el que osado así provoca?…
Ya en tu presencia me tienes, moro audaz.
Habla pronto, pues mi calma es poca;
mas, conviene que ajustes tus palabras
a la prudencia que tener te importa,
o ¡vive Dios!, que la lengua he de arrancarte
a golpe de espada vencedora…!
¡Sábelo pues, y di lo que pretendes!…
Abd Al-Aziz.-     ¿Eres tú Fernan Pérez de Balboa?…
Fernan.-               Soy el mismo, termina.
Abd Al-Aziz.-     Que Alà te guarde.
Fernan.-               Como Cristo me guarda, Alá me sobra.
Abd Al-Aziz.-     Pues oye: El caudillo moro
que en “Penya Llisa” está ahora,
me manda para decirte
que, muy pronto, con su escolta,
deslumbrante y aguerrida,
en cien lides victoriosas,
llegará hasta este castillo
en son de embajada mora.
Di pues, su cual es debido,
con seguridad notoria,
podrá llegar y volverse,
su embajador y su escolta.
Esto digo, y de tus labios
pido la respuesta pronta.
Fernan.-               ¡Torpes a fe y mentecatos
                            os hallo a los dos!…
Abd Al-Aziz.-     ¿Te mofas?
Fernan.-               Si capaz de tal infamia
                            fuera el cristiano, no crees
                            que degollarte ahora mismo
                            fuera la más fácil cosa?…
                            Ve pues y que tu presencia
                            le dé la respuesta propia;
                            que como tú llegarás libre,
                            libre la embajada mora
                            regresará a su destino,
                            que es lo que cumple a mi honra.
                            ¡Esto basta y parte pronto!…
Abd Al-Aziz.-     Es que…
Fernan.-               Las palabras sobran
                            cuando ya ha dado la suya
                            Fernán Pérez de Balboa.
Abd al-Aziz.-      ¡Orgulloso estás!
Fernan.-               Cual debe,
                            quien mucho estima su honra.
                            Y parte al punto, que es tarde,
                            y tu presencia me enoja.
Abd Al-Aziz.-     Corro pues, que la embajada
                            espera tras esa loma.

                            ¡Lánzate al viento caballo!…