Embajada antiguaPERSONAJES
FERNAN PEREZ DE BALBOA……………………………. Capitán Cristiano
CENTINELA……………………………………………………….. Cristiano
ABD AL-AZIZ……………………………………………………… Adalid Moro
HACEM……………………………………………………………….. Embajador Moro
CENTINELA………………………………………………………… Moro
ESTAFETA MORA
La acción transcurre en las horas de la mañana, ante el castillo almenado que guardan las huestes Cristianas, bajo el símbolo augusto de la Cruz.
Aparece ABD AL-AZIZ y se detiene, arrogante, ante el castillo, dirigiendo su mirada retadora a las barbacanas de la fortaleza, al son de la marcha para este acto, acompañado del abanderado.
Abd Al-Aziz.- ¡Ah del Castillo!… ¡Ah del que atrevido,
resiste combatir la hueste mora.
DE tu castillo al pie, llega Abd Al-Aziz,
de Ben-Hulem Cherif, rama gloriosa.
El jefe de militares muslines,
que el rayo ardiente de la guerra forjan,
el que, con su férrea lanza y corvo alfanje,
eclipsó en cien combates vuestras glorias.
Yo soy el que, cumpliendo mandatos
del caudillo que manda nuestras tropas,
pido hablar al alcaide de ese fuerte,
que negáis a mi hueste vencedora.
Que salga pronto a mi voz; tiempo hay escaso.
Esto digo y termino mis palabras
deseando tener respuesta pronta.
Dile que es Abd al-Aziz quien lo espera;
pues, sabiendo quien soy, ya basta y sobra.
Fernan.- Apareciendo en lo alto del castillo
¡Soldados de la Fe!, Plaça Major…
Qué pretende el que osado así provoca?…
Ya en tu presencia me tienes, moro audaz.
Habla pronto, pues mi calma es poca;
mas, conviene que ajustes tus palabras
a la prudencia que tener te importa,
o ¡vive Dios!, que la lengua he de arrancarte
a golpe de espada vencedora…!
¡Sábelo pues, y di lo que pretendes!…
Abd Al-Aziz.- ¿Eres tú Fernan Pérez de Balboa?…
Fernan.- Soy el mismo, termina.
Abd Al-Aziz.- Que Alà te guarde.
Fernan.- Como Cristo me guarda, Alá me sobra.
Abd Al-Aziz.- Pues oye: El caudillo moro
que en “Penya Llisa” está ahora,
me manda para decirte
que, muy pronto, con su escolta,
deslumbrante y aguerrida,
en cien lides victoriosas,
llegará hasta este castillo
en son de embajada mora.
Di pues, su cual es debido,
con seguridad notoria,
podrá llegar y volverse,
su embajador y su escolta.
Esto digo, y de tus labios
pido la respuesta pronta.
Fernan.- ¡Torpes a fe y mentecatos
os hallo a los dos!…
Abd Al-Aziz.- ¿Te mofas?
Fernan.- Si capaz de tal infamia
fuera el cristiano, no crees
que degollarte ahora mismo
fuera la más fácil cosa?…
Ve pues y que tu presencia
le dé la respuesta propia;
que como tú llegarás libre,
libre la embajada mora
regresará a su destino,
que es lo que cumple a mi honra.
¡Esto basta y parte pronto!…
Abd Al-Aziz.- Es que…
Fernan.- Las palabras sobran
cuando ya ha dado la suya
Fernán Pérez de Balboa.
Abd al-Aziz.- ¡Orgulloso estás!
Fernan.- Cual debe,
quien mucho estima su honra.
Y parte al punto, que es tarde,
y tu presencia me enoja.
Abd Al-Aziz.- Corro pues, que la embajada
espera tras esa loma.
¡Lánzate al viento caballo!…
¡Muslimes, viva Mahoma!…
Desaparece Abd Al-Aziz y seguidamente Fernan Pérez de Balboa
EMBAJADA MORA
ARENGA
Aparece Ben-hulem
Ben-hulem.- Nobles guerreros que en ardiente arena
fieros batallasteis el desierto mudo…
¡Hijos del Sol, que con su fuego llena
de aliento el pecho y de furor sañudo!
No, mas Alá, vuestro valor condena
a estéril gloria del combate rudo,
que al fin de Hispania, en el florido suelo,
premio os ofrece el ambicioso anhelo.
Sonó la voz la Arabia y aprestose inquieta,
buscando audaz la prometida suerte.
Al mundo, a su mando lo sujeta
y esparce el miedo a la sangrienta muerte,
que el Dios eterno que sus pasos guía,
le concede más triunfos cada día.
Africa, culta nos miró, y el cuello,
bajo el alfanje, doblegó asustada.
Cobró su gente su altivez pasada,
de nuestra ley, al brillador destello.
Hoy cual nosotros, de la Hispania el bello
Edén contempla por Alá guiada,
y de ese mar, al ímpetu iracundo,
¡Hispania será nuestra! ¡Y nuestro será el Mundo!…
El vago viento en la imperial Toledo,
el estandarte musulmán azota;
del claro Betis, en el campo ledo,
a nuestros ojos la delicia brota.
Ya no hay quien libre de cobarde miedo
tiña de sangre la acerada cota;
que el corazón se quiebra hecho pedazos,
y flojos son, y sin vigor, los brazos…
Sí, flojos son el regalo aroma,
que da la flor a la ligera brisa;
la gracia bella, con que el labio asoma,
de tierra joven y virginal sonrisa;
la verde alfombra de la enhiesta loma,
la flor que muere do la planta pisa…
Todo, ofreciendo la delicia al alma,
el corazón adormeció en la calma.
En guadalete, ensordecido el viento,
sonó el clamor de sanguinaria guerra;
cobarde huyó a nuestro esforzado aliento,
la débil gente que la Hispania encierra.
Hoy buscan, tristes, más seguro asiento,
en la alta cima de fragosa Sierra…
Mas, donde tenga su bandera alzada,
la buscará nuestra invencible espada.
Miradla allí, la poderosa mano
sabrá arrancarla del antiguo muro;
bajo la Cruz se acogerán en vano
los que trocearon por placer impuro
el corazón, que en el rigor cristiano
se hizo indomable, valeroso y duro.
¿Qué es de tu fe la agonizante llama
ante la ardiente que a la Arabia inflama?
Caiga la Cruz y el rayo que la adora.
Haga triunfar la brilladora luna,
en este campo do el cristiano llora,
el bien que huyó sin esperanza alguna.
Óigase el canto de la gente mora,
que alegre elija su feliz fortuna,
y del placer de la festiva danza,
premia la gloria que en la lid alcanza.
Débil tal vez, el capitán cristiano,
humilde atienda la demanda mía;
mas, si pretende resistir en vano
a los que el Dios Omnipotente envía,
la haréis sentir con vengadora mano,
justo castigo de su furia impía.
Muera, y sirviendo a nuestro propio anhelo,
bendiga nuestra afán el alto Cielo.
Pelead y venced, que el triunfo espera.
Quien en la lucha pueda hallar la muerte
irá al Edén, donde la Hurí Hechicera
eterna hará su venturosa muerte.
¡nobles hijos de Alá, Vuestra es la gloria!…
¡Pelead y Venced!… ¡Guerra y victoria!…
EMBAJADA
Ben-Hulem.- ¡Ah del castillo!…
Fernan.- ¿Qué pides?…
Ben-Hulem.- ¡Ah del cristiano!…
Fernan.- ¿Quién llama?
Ben-Hulem.- Ver deseo al capitán
que lo defiende y lo guarda.
Fernan.- Moro, aquí estoy. ¿Qué quieres?.
Ben-Hulem.- Alá sea en tu compañía.
Fernan.- ¡Pide!…
Ben-Hulem.- Almanzor el Magnífico,
el de la barba dorada,
el sin par en los combates,
la primera lanza africana;
el Clemente, el Justiciero,
el Noble, el Bravo sin mancha.
Caudillo de los Muslines
que albergan esas montañas;
a mi, a quien llaman los míos
el “sol de la Cimitarra”,
Ben-Hulem el Cherif,
general de ilustre fama,
me ordena que hasta ti llegue,
portador de una embajada.
Fernan.- Termina pues, y en bien llegues
si el decoro no me faltas.
Ben-Hulem.- ¡Oíd pues, i oidme todos,
que el asunto es de importancia!.
Rey potente Abd Allah del Dios querido,
amado del Profeta, el sabio, el grande,
que lleva su imperio hasta el remoto clima,
que fertiliza el caudaloso Ganges.
Verás allí riquezas indecibles,
montes de oro, colinas de diamantes,
y esclavas que le siembran el camino
de rosas, de claveles y azahares;
y le ofrecen sus gracias que embelesan,
en dulces cantos y atractivos bailes…
De China y de Saba, le dan perfumes;
de allá de Cachemira, blancos chales,
y toma en tinas
de luciente plata,
baños de esencia y de jazmín fragantes.
Habla y le escuchan posternados pueblos;
manda y ruedan cabezas a millares;
levanta el cetro y cubren las llanuras
ejércitos de ejércitos forales.
Dice: ¿Quién cómo yo?… Y el mundo entero
cede al oír su voz; tiembla y se abate.
Así Abd Allah cruzó el Egipto y vuela
dejando los desiertos arenales.
Del Africa al estrecho gaditano
le ven pasar con invencibles naves.
¡No resistáis, guerreros de este pueblo!…
No os mostréis temerarios y tenaces;
ríndeme, capitán, ese castillo,
y pide a mi Rey cuanto gustares.
———————-
Nuestro es Ayelo, Ontinyent,
Palomar, Salem, Albaida,
Otos, Carrícola,
Alforins, Coentaina,
Quatretonda y la Mariola
que Benicadell guarda;
hasta el último rincón
de esta quebrada montaña,
está bajo el duro yugo
de la alfange musulmana,
y parte de nuestro ejército
ocupa la “Font Jordana”.
Escasos estáis de víveres,
tenéis las aguas cortadas,
el hambre, la sed y el sueño,
mucho más que las batallas,
van agotando vuestras fuerzas
quedándoos, al fin, sin nada.
En el estado, Almanzor,
clemente, cual su monarca,
pudiendo en polvo y cenizas
convertir vuestra morada,
-pues tiene cien mil guerreros
dispuestos a la batalla-,
os invita a que, prestando
oídos a su demanda,
y conociendo el estado
de ruina que os alcanza,
le hagas dueño en breve plazo
del castillo que os ampara.
Puesto que Alá y su Profeta
disponen que España entera
pase a ser del agareno
su más predilecta esclava.
Alá lo quiere y es fuerza
que e cumpla lo que manda.
Necio fuera el oponerse;
resistir torpe arrogancia.
Los hijos de vuestros hijos
maldecirán vuestra audacia
y de la sangre que corra
seréis vosotros la causa.
En cambio, si cual espero
accedéis a mi demanda,
saldréis del castillo libres,
sin rescate y sin que nada
se oponga a vuestros dominios
ni al paso de vuestra marcha.
Si no aceptáis mis ofertas,
si vuestra loca arrogancia
desoye lo que le importa
y a la lucha se prepara,
¡ay de vosotros cristianos!…
¡Ay del fin de vuestra raza!…
¡Ni piedra, ni rastro, ni indicio
de ese Fuerte que os ampara,
dejaremos, y por siglos
sonará vuestra desgracia!…
Dicho está y juro al Profeta
que cumpliré mi palabra!…
Responde, que aquí os espera,
BEN-HULEM Cherif de Albaida.
Fernan.- ¿Diste fin a tu discurso?.
Ben-Hulem.- Sí, cristiano.
Fernan.- Tu arrogancia
aunque es mucha, no ha logrado
acobardar nuestras almas;
y aunque es triste nuestro estado,
no es tanto como propagas.
Ve ya, y di a los tuyos
que Fernán Pérez aguarda;
que prefiere a entregaros
este fuerte y esta plaza,
morir con todos los hijos
de Agullent y su comarca.
¿Rendirnos sin luchar, moro altanero?…
¿Nos tienes por traidores o cobardes?…
Nunca lo fue este pueblo, y pergaminos
conservan sus archivos que lo aclaren.
¿Qué me importan a mi los montes de oro
del déspota Abd Allah, ni sus alfanjes,
ni sus esclavas que, en el fango hundidas,
vieron su amor vencido en vil ultraje?…
¿Son esas las riquezas que ofreces?…
¿Son esos los regalos que me traes?…
¡Antes morir que sucumbir con mengua!…
¡Antes que moro, el cristiano es mártir!…
Ben-Hulem.- ¿Tal dices, capitán?.
Fernan.- ¡Tal digo moro!…
¡Ni una palabra más, y Dios te guarde!…
Ben-Hulem.- Tus bravos morirán, y sangre y fuego
tendrás por esta plaza y esas calles!…
Fernan.- Sant Vicent Ferrer que nos socorra,
y ya veremos vuestro Alá lo que hace.
Ben-hulem.- ¡Por ti lo siento, capitán valiente!
Fernan.- ¡Y yo por ti, embajador galante!…
Ben-Hulem.- ¡En lid nos veremos, capitán!…
Fenan.- ¡Nos veremos muy pronto en el combate!…
Ben-Hulem.- ¡En nombre de Alá, guerra al cristiano!…
Fernan.- ¡En nombre de dios, guerra al árabe!…
Suenan las trompetas y tambores del ejército cristiano, al tiempo que desaparecen Fernan Pérez y Ben-hulem.
EMBAJADA CRISTIANA
La acción transcurre mediana la tarde y en el mismo lugar en que se celebró la Embajada Mora. Llega hasta el pie del castillo, a caballo, Fernan Pérez de Balboa, acompañado del abanderado y al son de la marcha para este acto, luego, entre las almenas aparece el centinela moro.
Fernan.- He llegado, por fin, ante el castillo
que un día con esfuerzo formidable
defendimos en la lucha contra el moro,
siendo tumba de bravos capitanes
los Cerdá, Albert, los Espí y Esplugues
y otros cien mil que sucumbieron
por su patria y por su Dios; pechos leales
que, ante la enseñanza de Jesús Bendito,
prodigaron por El, ríos de sangre.
Por su heroico valor, por sus proezas
que el mundo ha de juzgar como inmortales,
las patrias de Pelayo y D. Jaime
van siendo libres, religiosas y grandes.
La fortuna sonríe a los Hispanos,
Alf
onso el Sabio y el invicto Jaime,
victoria tras victoria, en ambos reinos,
Castilla y Aragón ven ensancharse.
Loado sea Dios, que, al fin. piadoso,
el triunfo nos otorga en los combates;
y el crimen de la Cava y Don Rodrigo,
el infame Julián viene a lavarse.
Desalentado el moro, tal vez, pronto,
del Africa transponga los umbrales,
y el poema que empieza en Covadonga
y en la Marca Hispánica brilló
hagan los cielos que al momento acabe.
Llegamos a los muros del castillo,
cumpliendo lo que manda el Rey Don Jaime.
¡Secuaces de Mahoma!… ¡Sarracenos!…
¡Salid a las almenas y escuchadme!…
Centinela.- ¿Qué quieres?… ¿Qué es lo que pides?…
Fernan.- Soy embajador. di a tu jefe
que un caballero cristiano,
honrado, noble y valiente,
viene a hablarle y le demanda
que al instante se presente.
Centinela.- Pues, que con torpe arrogancia
y con un tono insolente,
te llegas al enemigo,
que supo vencer sus huestes,
y sabes bien que tus mandatos
desprecio cual se merecen.
Fernan.- Avisa, moro, al alcaide,
gobernador de ese fuerte;
avísalo y mi paciencia
no agotes con tus sandeces;
pues, es tal el poderío
de mi rey, que cerca viene,
que si tardas a la señal
que esperando están sus huestes,
cual río que inunda y trepa
del valle al monte en torrente
será la hueste cristiana,
que, sin bajar de ese fuerte,
arrollados y vencidos
os veréis, rotundamente,
sin que quede un moro vivo,
para remedio de infieles.
Centinela.- ¡Brío gastas!…
Fernan.- ¡Me basta y sobra!…
para cortar se me ofendes,
toda lengua viperina
cual es la tuya. ¿Me entiendes?…
Avisa, no te detengas,
que obedecer te conviene.
(Sale el embajador Moro)
Hacem.- ¡Silencio todos!… ¡Cristiano,
ya en tu presencia me tienes!…
Yo soy Hacem, el Terrible,
fiel alcaide de este fuerte.
Yo soy por quien preguntas;
yo soy el que nunca teme,
y ni voces ni amenazas
vencerán mi duro temple.
Despacha, pues, tus encargos,
pero del modo más breve.
Fernan.- En nombre del gran Monarca
del Gran Reino de Aragón;
en nombre del siempre invicto
don Jaime El Conquistador,
asombro del universo,
gloria del suelo español,
Rey de Valencia y de Murcia,
de Mallorca, en conclusión,
y conde de Barcelona,
hoy te dirijo mi voz.
Hacem.- ¿Qué quieres?
Fernan.- ¡Atento escúchame!…
que el caso pide atención.
En nombre del Rey don Jaime,
a pedirte moro voy
las llaves del castillo,
en donde el Rey de Aragón
de su estandarte las barras
quiere que, al salir el sol,
floten a los cuatro vientos
sobre ese altivo peñón.
Desde Gata a “Cap de Creus”,
todo obedece a su voz,
pues por todas partes triunfa
su genio conquistador.
Le siguen cien mil guerreros,
los que, puesta su fe en Dios,
al decir “Desperta Ferro”,
retiembla el suelo español.
Dominamos en Bisquert
y allá en la “Casa dels Xops”,
y nuestro es todo el espacio
que abarca de aquí has
ta Alcoy,
por lo cual, fuera locura
negarte a la rendición.
Así es que, juzgando indigno
de su alcurnia y su valor
atacar ese recinto
que amparo os presta por hoy,
me envía para deciros
que os rindáis sin dilación;
que os deja hacienda y vida,
libertad y hasta el honor
de quedaros en Valencia,
si os place su tierra y su sol.
Es tan noble y liberal
el monarca de Aragón,
que hasta consiente y permite
las creencias de tu Dios.
Esto, dicho en son de guerra,
vendrá, cual fiero turbión,
si faltáis a su mandato
desatendiendo su voz.
¡Ay de vosotros, infieles!…
¡Ay si empañada la acción
resuena el “Desperto Ferro”.
Nuestro ímpetu feroz
hará caer vuestros cráneos;
que las barras de Argón,
son martillos al empuje
de Jaime el Conquistador!.
Ejemplo tenéis reciente
y escarmentad, ¡Vive Dios!,
podréis en cabeza ajena,
en la presente ocasión:
El pueblo de Benetzar,
que resistir pretendió
al empuje de las armas
de las huestes de Aragón,
destruido y arrasado
hace dos días quedó;
y su fresca y sana fuente
reducida a abrevador
de los briosos corceles
de los soldados de Dios.
Pensad que a la Media Luna
nuestra Cruz la eclipsó,
pues la verdad sobre todo existe
en mi Santa Religión.
¿No sabéis que el mundo entero
preside la Cruz, que es el sol
de la fe y del amor santo
entre los hijos de Dios;
que son todas nuestros prójimos,
sin que exista distinción
de raza, lengua, cultura,
ni de pueblo ni color?…
Hacem.- ¡Y dónde está que no veo
esa cruz?… Pensando estoy
que aunque alardeáis de sabio
vivís en completo error.
La cruz está bajo el signo
de la derrota.
Fernan.- ¡Eso no!…
La Cruz rige el universo
por la ley de la Creación;
que una cruz el Meridiano
forma con el Ecuador.
Y ésta es la verdad del mundo
que os negáis a aceptar vos;
porque, creyendoos muy culto,
víctima sois del error.
Nuestra fe es la del cristiano;
fe que es luz, que al corazón
ilumina por la recta
que nos conduce hasta Dios.
Sin la fe cristiana, el mundo
se abisma en la perversión
y el mal triunfa sobre el bien
olvidando al Redentor
que dio su sangre, su vida,
buscando la salvación
de todo el género humano,
¡Obra de Divino Amor!…
Este amor es el que irradia
la Cruz del Hijo de Dios,
la Cruz que es signo piadoso
de mi Santa Religión.
Por un mundo de justicia
y bondad, de Santo Amor,
bajo el signo de la Cruz,
luchemos hoy a la voz
de mi Rey Jaime Primero
del Gran Reino de Aragón!…
Ceded, por lo tanto, al consejo;
cese vuestra obstinación,
y ese fuerte y esa plaza
entregadnos, que el honor
no se humilla ni resiente
si es cierta la perdición.
Piensa, que si abrimos lucha,
no habrá cuartel, ¡Vive Dios!,
y moriréis, si no ofrecéis
pronto, capitulación.
Hacem.- ¿Ya acabaste?…
Fernan.- Ya acabé.
Hacem.- Tus alardes de valor
desprecio, cual se merecen,
en la presente ocasión.
¿Entregarte yo el castillo?…
Torpe has sido, ¡voto al sol!,
si tu pudiste creerme
capaz de tan baja acción.
¿Humillar ante un cristiano
mi cerviz altiva, yo?…
¡Todo el odio de mi raza
flamea en mi corazón!…
Y aún sabiendo que esta lucha
me pierde, es tal el rencor
que abrigo contra el cristiano,
que no accedo a tu razón
por el placer de morir
¡matando cristianos, hoy!…
En nuestros pechos alienta
el no extinguido valor
que el joven Abderramán
hasta la Francia llegó;
y el heroísmo y la fuerza
que el gran Kedive Almanzor
mostró invadiendo Galicia
y destruyendo Barcelona y León.
Los Muza, Alaquem
Abd al-Aziz, al Balansí
de los nuestros, fueron honra,
de los tuyos, perdición.
No temo, pues a ese Jaime
que llamáis Conquistador;
pues, si algunos pueblos tiene
bajo su dominio hoy,
nos fueron arrebatados
por astucia y por traición.
Pues, no puede, en modo alguno,
tener cabida el valor
en el pecho de un cristiano,
puesto que villano sois.
Corre, ve y di a tu monarca,
que ataque pronto, veloz,
que Hacem, el jefe africano,
lo juzga indigno y traidor.
Fernan.- ¡Miserable y mal nacido,
ingrato y sin corazón!
¿De mi Rey así habláis vos?…
¿Así agradecéis vosotros
las bondades y el valor
que os dispensa el Rey invicto?
¿Qué clase de hombre sois?
Hacem.- &n
bsp; Los favores de tu mano,
insultos para mi son!…
Y ten tu lengua maldita,
pues, si no, a fe de quien soy,
que no podrán detenerme
los deberes del honor…
¿Entregarte yo al castillo
que tanta sangre costó
a nuestros antepasados?…
¡No, no y no, pues tengo honor
y me sobran aún arrestos
para mostraros quién soy!.
No esperes de mi, cristiano,
tal villanía y baldón;
y si tal como a la lengua
dais rienda suelta al valor,
venid pronto, que aquí estamos
convencidos de que sois
valientes en la palabra
pero en la batalla no!…
Y así, la hueste agarena,
con placer y con fricción,
ha de beber vuestra sangre,
si tan temerario sois.
Fernan.- ¡Infame!… Ya la paciencia
por completo se acabó.
Y sepas que cuanto dije
dispuesto a cumplir estoy.
Por última vez te ofrezco
la paz. ¿La quieres?…
Hacem.- ¡No!… ¡No!…
Fernan.- ¡Guerra, pues!…
Hacem.- ¡Guerra!… ¡Exterminio!…
Fernan.- ¡Guerra inaudita y feroz!…
¡Guerra sin cuartel ni tregua
contra ti haré, ¡Vive Dios!,
hasta entregar a los buitres,
¡tu lengua de maldición!…
¡Viva nuestro invicto Rey!…
¡Por la Patria y nuestro Dios;
a la lid, bravos soldados
de Jaime el Conquistador!…
Hacem.- ¡Viva el Profeta, creyentes!…
¡Viva el sultán!… ¡Maldición
sobre el cristiano caiga!…
Fernan.- ¡Guerra!…
Hacem.- ¡Guerra sin temor!…
AMBAIXADES DE LA VESPRADA
AMBAIXADA CRISTIANA
L’acció transcorre a mitjan vesprada a la Plaça Major, davant el castell. Hi arriben, pel carrer del Cardenal Reig, l’ambaixador, el acpità i l’abanderat/da, amb la bandera del rei en Jaume, tots tres a cavall i al so de la marxa per a dit acte.
Després, per entre els merlets del castell, apareix el sentinella moro.
Bernat.- CRISTIAAAANS!
Donem gràcies a Déu
perquè amb l’esforç formidable
de nobles i braus capitans
com els Espí, guillem, Soler, Revert,
Casanova, Albert, vidal, Esplugues,
Lloret, Plà, coll, Pons, Ferrer i Gisbert,
Cerdà, Roses, Berenguer, Amorós i Solves;
i l’heroic servici de les tropes,
victòria rere victòria,
Aragó i Catalunya van eixamplant-se.
Catalunta per llevant
i Aragó per ponent,
faran que tot el regne de Valencià
siga ben prompte tot ell cristià.
El nostre monarca no té altra il·lusió
que conquistar tot el país de València
per a la seua Confederació.
Així, la reconquista que,
a la Marca Hispànica,
amb uns comtes va començar;
un gran Rei, noble lleial i valent
hui, a aquest castell i al de Bihar
vol el Conqueridor fer arribar.
Totes les terres
castells i viles
que s’enteguen al seu pas,
incorporades són a la Cristiandat,
que els ofereix cultura més digna,
puis respecta de l’home sa llibertat.
Agullent i el seu gran terme
conquistar als lleidatans ha tocat,
i als capitans Guillem Olivar
i Pere Dieguis, pel seu heroic servici,
el nostre rei ha confiat.
El llorer de la victòria
corona el seu front reial
i les seues tropes ja són ací.
Al mur d’est castell vinc,
complint el manament del rei En Jaume.
Seguidors de Mahoma, sarraïns,
eixiu a les muralles. Exiu a escoltar-me.
Sentinel·la.- ¿Què vols? ¿Què passa?
Bernat.- Sóc ambaixador!
Digues al teu cabdill
que un cavaller cristià,
lleal, noble i valent,
 
; per evitar més mals
ve a parlar-li i li demana
que es presente al moment.
Sentinel·la.- Si amb eixe to arrogant
cregut i insolent
et dirigeixes a l’enemic;
sàpies que les teues òrdens
rebutge al moment.
Bernat.- Avisa, moro, l’alcaide
governador d’eixe fort.
Avisa’l que la paciència
se m’acaba de sentir insolències.
Puis és tant el poder del meu rei,
que ve darrere,
que si no fas prompte el senyal
que el seu exèrcit espera;
com un torrent que tot ho arrasa,
des de la serra a la vall,
quedaran les hosts cristianes.
I, sense baixar del castell,
desconcertats i vençuts
de sobte us voreu,
i no quedarà un moro viu
per a remei d’infidels.
Sentinel·la.- ¡Xé, tan de valor tens cristià!
Bernat.- En tinc i me’n sobra
per a tallar-te, si m’ofens,
eixa llengua virinosa
que delira i no escolta.
Avisa’l i no perdes temps
que obeir ara vos convé.
Ix l’ambaixador
Ali Acuixo.- ¡Silenci tots!
¡Cristià, ja em tens ací!
Jo sóc Alcuixo “el Terrible”,
fidel alcaide d’est castell.
Jo sóc el qui tu vols vore.
Jo sóc el qui mai no tem.
Ni crits ni amenaces
minaran el meu temple.
Dona’m, si vols,
del teu rei l’encàrrec
i… acabem.
Bernat.- En nom del gran monarca
del gran regne d’Aragó.
En nom del sempre invicte
En Jaume el Conqueridor:
admiració de tota la Cristiandat,
rei d’Aragó i Catalunya,
de Mallorques, València
i de Múrcia perquè no vol,
escolta l’encàrrec que,
en el nom seu, vos porte jo.
Ali Acuixo.- T’escolte; ¡què vol!
Bernat.- Escolta i posa atenció
que el cas és important.
Puis crec que et convé
oir primer l’oferta de pau
abans que la del guerrer.
En nom del rei En Jaume,
a demanar-vos moro vinc,
les claus d’esta fortalesa.
Perquè el rei d’Aragó vol
que a l’eixida del Sol,
les quatre barres del seu penó
flametgen en el més alt torreó.
De Salses a Guardamar
el nostre rei és senyor,
puix per tot arreu triumfa
el seu ímpetu conquistador.
Vint mil guerrers l’obeeixen,
que posant la fe en el Senyor,
al crit de ¡DESPERTA FERRO!
a tots entra tremolor.
Dominem Xàtiva, Bisquert,
l’Almoina i en la Casa del Xop.
Prompte serà nostre
des d’ací fins a Alcoi
Per això, semblaria de bojos
oposar-se a tals condicions.
Així que creent indigne
de son llinatge
i valor
atacer aquest castell
que protecció hui vos dona,
m’envia per dir-vos
que vos entregueu al moment.
Que vos respectarà les vides, bens,
llibertats i inclús l’honor
de quedar-vos en esta terra
si tan vos plau el seu sol.
És tan noble i liberal
el monarca d’Aragó
que inclús consentiria
que creguereu en el vostre Al·là.
Pero si em fas desenquetar
i parlar en so de guerra,
per no voler entrar en raó,
sabreu quin és el poder
de les tropes d’Aragó
que relata Muntaner.
¡Ai de vosltres infidels!
¡Ai si a l’encetar l’acció
ressona el DESPERTA FERRO!
El nostre ímpetu feroç
farà redolar els vostres caps,
puis les barres catalanes
són martells en les forces
d’En Jaume el Conqueridor.
Teniu un exemple recent
en el poble de Benetzar:
per tractar de ressitir
l’avanç dels exèrcits
de la nostra Confederació,
tot destruït ha quedat.
I en ses fresques i clares aigües
de gran poder medicinal,
la set han pogut apagar
els cavalls i cavallers reials.
Penseu, que a la Mitja Lluna
la Creu ha eclipsat;
puix la veritat sobretot brilla
en la Fe al Ressucitat.
¿No sabeu que el Món sencer
és regit per la Creu,
que és llum, força i guia
per a tots els fills de Déu?
Que tots som germans
i que no hi ha distinció
entre blancs i negres,
entre pobles o cultures,
perquè tots som iguals.
Ali Cuixo.- ¿Un Déu crucificat vols que adore jo?
¡És més fort i poderós el nostre Al·là!
La Creu és davall el signe de la derrota.
Bernat.- Això mai!
La Creu és Font d’on brolla
l’Amor i la Llibertat,
i brilla en els hòmens
que busquen la Veritat.
Ella és la Llum que ens guia
cap a Jesucrist, Cabdill Immortal.
La Creu que tu veus humiliant
és l’estandart que ens du la victòria
i la que ens salva en els combats.
Jesucrist és el nostre orige,
la nostra Esperança i Meta.
Ell és el nostre Déu.
Ell és el Senyor;
seu és el món,
i des del Cel regeix la Història.
Les nostres armes combateixen
per un món de justicia i llibertat.
I… com no ens mou la rapinya,
sinó estendre la cristiana veritat,
tenim, per tant, l’èxit assegurat.
Ali Alcuixo.- ¿Encara no acabes?
Bernat.- ¡Ja he acabat!
Ali Alcuixo.- Deixa’t de seductores paraules
i no cantes victòria tan aviat.
No cregues que ens acovardes
i que ens tens ja acoquinats.
Sou un ingenu i un bamba,
si heu arribat a creure’m, brau capità,
capaç de tan baixa acció.
Humiliar-me davant del cristià;
això mai, per Al·là.
Tot l’odi de la meua raça
flameja per la meua sang.
I,… encara sabent
que esta batalla la perda,
és tant el rancor
que contra el cristià sent
que no em faràs mai entrar en raó,
pel plaer de morir matant cristians
en la present ocasió.
En els nostres pits flameja
el valor que el jove Abderraman
fins a la França portà